El autor, catedrático de psiquiatría y director médico de Suicide Prevention International en Nueva York, plantea los argumentos para la no legalización del suicidio asistido. La pregunta clave sería: si fuese un enfermo terminal, ¿prefiere recibir tratamiento para eliminar el dolor o que un médico ponga fin a su vida?
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A lo largo de sus años como psiquiatra, ha visto como los pacientes pueden expresar deseos suicidas en respuesta a una depresión pasajera o un dolor intenso ante una enfermedad terminal. Pero cuando se trata esa depresión o ese dolor, se sienten aliviados y agradecidos por el hecho de estar vivos. Se describen los intereses que promueven legislaciones a favor de la eutanasia. Analiza los motivos por los que desde lugares como Holanda o Estados Unidos, se mantiene siempre abierto este debate. Denuncia el hecho de que los médicos o un comité “pseudo-científico” tenga la última palabra sobre la aplicación de la eutanasia. Incluye un epílogo a la edición Española en la que se da luz sobre los efectos jurídicos de la legislación actual, y el caso del Hospital Severo Ochoa de Leganés. El estilo es sencillo y sin empleo de tecnicismos. Al aportar ejemplos a partir de casos concretos mezcla la teoría con una experiencia personal muy enriquecedora.