Este libro muestra con gran lucidez que sólo un trabajo lleno de sentido puede ser suelo para que prospere la fiesta. Por "trabajo lleno de sentido" entiende el autor el trabajo que es a la vez felicidad y fatiga, alegría y consumo de energía vital. "Quizá ambas cosas, trabajar y celebrar una fiesta, viven de la misma raíz, de manera que si la una se apaga, la otra se seca".
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El texto es original de 1963. Pieper inicia una búsqueda compleja e inagotable para intentar dilucidar el verdadero sentido de la “fiesta”. Hasta llegar a definiciones como que la fiesta es: “celebrar por un motivo especial y de un modo no cotidiano la afirmación del mundo hecha ya una vez y repetida todos los días”, el lector recorrerá senderos de distinciones de alto nivel.
La fiesta tiene muchos elementos, organización, alegría, liturgia, pero no se han de confundir con lo esencial de ella. Esta necesidad de afirmar el mundo, la creación, en cuanto que don, y distinguida de lo ordinario, permite ver en la fiesta lo contrario del nihilismo. Sólo las sociedades pueden vivir lo festivo si se encuentran alejadas de una cultura nihilista que fácilmente falsifica la fiesta. Por eso, y el tema no es baladí, el mundo actual –intentará demostrar Pieper- se aleja de la fiesta y la sustituye con sucedáneos. Lejos del “ocio” en sentido clásico (contemplación), las fiestas actuales son “otra forma de actividad, otra forma de trabajo”. Por eso las fiestas modernas “cansan”.
Sin pretender hacer teología, más bien evitándolo, y prefiriendo el análisis filosófico, cultural y etimológico, Pieper concluye que sólo la “fiesta religiosa”, como la vivió el Occidente cristiano, puede llamarse plenamente “fiesta”. Por eso, no es de extrañar que las revoluciones políticas anticristianas hayan intentado celebrar “fiestas”. Pero paradójicamente –así lo intentó el comunismo- la fiesta se transforma especialmente en una “fiesta del trabajo”. Antes, la Revolución francesa intentó recrear la “fiesta del Ser Supremo” como sustituto de las fiestas cristianas. A ello le dedica Pieper un más que interesante capítulo.
Pieper establece también la relación entre la fiesta y el arte. Por eso, “Allí donde se rehúse la afirmación del mundo de forma expresa y, lo que no es fácil, consecuente, allí se destruye en el mismo momento la raíz tanto de la fiesta como de las artes. Ya se ha dicho hace tiempo en sombríos diagnósticos que en una existencia fundada sobre la negación, la fiesta termina por ser una caricatura de sí misma.
Escrita hace más de cuarenta años, esta obra se torna profética cuando vemos cómo aquel sentido festivo que reinó en nuestra sociedad, hoy ha sido sustituido por formas desmedidas y en ocasiones destructivas de falso entretenimiento. Conviene pensar sobre ello y estas páginas le ayudarán mucho.