Tercer volumen de la Autobiografía de Arthur Koestler en la edición de Alianza/Emecé. Pertenece a la segunda parte que publicó el autor bajo el título de La escritura invisible.
Koestler relata su formación en el Partido Comunista alemán, y un viaje por Rusia, entre 1932 y 1933, para escribir acerca de los logros del Plan Quinquenal, así como sus impresiones personales sobre el país de los soviets.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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1974. | Alianza/Emece |
237 |
978-84-206-1509-9 |
Original de 1955. |
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El 31 de diciembre de 1931,
El 31 de diciembre de 1931, con veintiseis años, Arthur Koestler se afilió al Partido Comunista alemán; cuenta cómo se había sentido defraudado por la República de Weimar y especialmente por el Partido Socialdemócrata, que maniobraba políticamente mientras Hitler se encontraba ya a las puertas.
Publicado en 1955, cuando Koestler ya había abandonado el Partido Comunista, el autor se muestra muy crítico con éste: "Aprovecharse de las libertades constitucionales que asegura la sociedad burguesa con el fin de destruirla, constituye un principio elemental de la dialéctica marxista" (pág.15). Años más tarde, el marxismo que había aprendido no le merecía ningún respeto: "Las reglas comunes de la honestidad, lealtad y buen proceder no eran reglas absolutas, sino proyecciones de la sociedad burguesa" (pág.30). "Las leyes absolutas de la ética no existían" (pág.31).
El autor no se considera a sí mismo un revolucionario sino un rebelde, por ello no había perdido su espíritu crítico cuando se trasladó a la URSS en 1932. "Había llegado a Rusia -escribe- en el momento culminante del hambre que, en 1932 y 1933, despobló distritos enteros y ocasionó varios millones de víctimas" (pág.68). Como miembro del Partido en el extranjero y trabajando para la propaganda, Koestler se encontraba bajo el amparo de la GPU, la policía política soviética, que el autor considera que era la única organización que funcionaba eficientemente en el país (pág.85). En 1932 -explica- las iniciales GPU representaban para mí una autoridad paterna y omnipotente (pág.134).
Inmediatamente descubre como "la propaganda oficial era un saco de mentiras, pero lo justifica diciendo que iba dirigida a las masas atrasadas" (pág.71). "Yo aceptaba como inevitables el hambre, la prohibición de viajar al extranjero, de recibir libros o periódicos de fuera, o que se diera una imagen deformada del mundo capitalista" (pág.226); pero no solo eran mentiras -observa-, sino lo que llama la ultrasimplificación del análisis político. Por ejemplo, los miembros del Partido no admitían que existiera alguna diferencia entre un tory inglés y un nazi alemán (pág.36).
El relato de Koestler termina cuando abandona la Unión Soviética, a mediados del verano de 1933, "con un estado de ánimo depresivo y suicida" (pág.232). Hitler había llegado al poder en Alemania y se había apresurado a detener a todos los comunistas. El Comité Central del partido se había refugiado en parís y hasta allí fue enviado el periodista.
El interés de este libro es relativo, por cuanto ya conocíamos el perfil y la actuación política de los partidos comunistas, y la vida insufrible que padecieron en su momento los ciudadanos de a pie en la extinta URSS. Como dijo en su día S.S.Juan Pablo II y confirma Koestler en su libro, el sistema arrastraba importantes errores antropológicos,