Saber, intuir, desconocer, pensar, soñar, meditar, interiorizar, rezar, desasosegarse, esperar, confiar, amar... son verbos que se diluyen en esta preciosa meditación, que es vivencia y son hechos. La interpretación de esos hechos acaecidos es lo que hace grande este libro. No es una novela, aunque a veces tenga tintes de relato de aventura; es, por desgracia, la narración de una cruda realidad, que conmueve e interpela, suscita admiración e invita a la reflexión, da respuestas, pero deja muchos interrogantes. Al final, el lector queda tocado, felizmente tocado, diría yo.