En este libro su autora, de origen somalí, estudia la influencia que ha tenido en Occidente la inmigración masiva desde los países de tradición islámica, especialmente a partir de 2015. Concluye que ha sido perjudicial para los derechos de las mujeres occidentales, que son vistas por los inmigrantes musulmanes como presas posibles cuando desarrollan sus vidas de forma normal: trabajan o estudian junto con los hombres, salen solas a la calle, asisten a espectáculos o visten sin demasiado recato.