El doctor Bombard flota en el océano en un bote minúsculo. Ha naufragado. Ahora navega a la deriva, solo. En el bote hay dos remos, pero no los usa para no perder sus fuerzas: es más razonable dejarse llevar por la corriente y esperar que algún barco lo rescate. Mientras llega ese momento, el doctor Bombard comparte viaje con ballenas, nubes de peces voladores, tiburones feroces, tormentas de miedo. Pero también con momentos de calma, observación y plenitud.