Tras el giro realizado por René Descartes al mundo del pensamiento y, especialmente, después de la pregunta acerca del método y la inmanencia, otros pensadores tomaron el relevo de la creatividad, como el judío holandés, Baruch Spinoza (1632-1677), quien pudo retirarse en 1660, en las afueras de Ámsterdam, en Rijnsburg, 40 kilómetros más allá, cerca de la Universidad de Leiden, y comenzar una vida nueva de estudio e investigación serena, con sólo 27 años de edad, en un clima de serenidad y estudio, rodeado de un grupo de intelectuales (35-38).