Vivimos tiempos importantes para el catolicismo, no sólo porque sea cuaresma o estemos al comienzo de un nuevo milenio, en un cambio de tiempo y de cultura, sino, sobre todo, porque basta escuchar al papa Francisco para entender que la Iglesia nos pide a todos renovación. Son pues tiempos de gracia y purificación; de rectificación profunda, de penitencia y de purgación por todos los pecados de los cristianos de finales del siglo XX, pero también por los nuestros, los de los hombres renovados del siglo XXI, para poder, así convertidos, ser acreedores de nuevo de la confianza de nuestros contemporáneos...