La gran diferencia entre el cine histórico español y el inglés no está en los presupuestos, ni en los actores, ni en el vestuario: está el pobre trabajo de ambientación del primero respecto al segundo. Cuando se escribe una novela histórica, como cuando se hace una película histórica, se requiere mucho conocimiento de la época. No basta con leer una enciclopedia, poner nombres, buscar trajes e imaginar batallas.