En el tiempo que trascurre entre la muerte de Carlos III, en 1788, y la aprobación de la Constitución liberal en Cádiz en 1812, pasaron muchas cosas en la vida religiosa, cultural y política de España, entre otras, la implantación del liberalismo en nuestro país, como un fenómeno “lógicamente natural” que sucede en plena continuidad con el desarrollo de los acontecimientos y de las corrientes de pensamiento, en concreto, la “desconcertante Ilustración a la española” (14).