Dios tiene infinitos caminos para atraer a cada persona pues busca la felicidad concreta de cada uno. Unos tienen fe y son dichosos, si bien relativamente pues aún estamos en camino. Otros buscan a Dios, con más o menos ganas, y sufren cuando no encuentran respuestas vitales, principalmente al problema del dolor. Finalmente, otros no buscan a Dios y se emborrachan con algunos bienes terrenos, y son desgraciados. No hace falta ser Pascal para captar esta sociología del corazón humano.