La semana pasada se perpetró otro atentado contra la libertad en el campus de Somosaguas de la Complutense, supuesta la cátedra del saber. Grupos bien pertrechados agredieron a otros estudiantes del grupo Atlántida que repartían hojas defendiendo la vida frente al aborto que acabaron en la papelera y ellos magullados.
La película «12 años de esclavitud» ha triunfado en la gala de los Oscar 2014. Un drama formidable sobre la esclavitud en Estados Unidos durante el siglo XIX. Vemos la realidad de las penalidades del protagonista, Solomon Northop, la vida real de un hombre negro libre y culto reducido al estado de esclavitud sin poder hacer nada por impedirlo. Sin embargo no perderá la esperanza de recobrar la libertad a pesar de los malos tratos y las tremendas injusticias sufridas.
Primero fue la despenalización del aborto en 1985. La segunda fase ha sido su transformación en una ley de plazos que lo hace prácticamente libre, impuesta sin consenso por el gobierno socialista de Zapatero. Y estamos ahora en la tercera fase pues el gobierno de Rajoy intenta reconducirla dando un paso a favor de la vida de las criaturas concebidas no nacidas aún, de acuerdo con la sentencia del Tribunal Constitucional. Pero esta fase está amenazada.
Muchos universitarios desconocen quién es Hannah Arendt ni su fuerte compromiso con la verdad moral. Una reciente película biográfica dirigida por Margarethe von Trotta e interpretada magníficamente por Barbara Sukowa contribuye a conocer a esta intelectual, y a plantear la cuestión ética fundamental sobre el bien y el mal en un tiempo de relativismo moral. Sin embargo serán muchos los que preferirán una película de barullo o de amor y lujo.
Mucho se habla del derecho de la mujer al aborto y poco de los dramas de las mujeres que abortaron. En Kioto hay un templo budista donde se venera a una diosa rodeada de cientos de
imágenes pequeñitas. Estas estatuillas representan a los niños de las aguas, los niños que fueron abortados [1].