¿Puede un darwinista ser cristiano?

¿Puede alguien que acepta la teoría darwinista de la selección natural suscribir a su vez las afirmaciones básicas del cristianismo? Esta es la pregunta que se lanza en estas páginas al centro del debate existente sobre la relación entre ciencia y religión y, en particular, entre esa forma de biología evolucionista llamada darwinismo y los principios básicos de la fe cristiana.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2007 Siglo XXI
293
978-84-323-1283-0
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La eterna disputa entre darwinismo y cristianismo vuelve a ser planteada en este libro. Quizá la perspectiva es diferente de otras obras pues el autor contestará a la pregunta que presenta el libro con un sí. Por tanto, estamos ante un texto conciliador, aproximador, sin ánimo de hacer sangre. Pero este espíritu solidario ensayístico posiblemente no encontrará resonancia ni en los que están a favor del darwinismo, ni en los que se consideran cristianos muy convencidos.
Como el tema de por sí es complicado, el autor se ve obligado a simplificar las posturas darwinista y las cristianas, de ahí que cuadre el planteamiento inicial. Por ejemplo, al explicar la posible incompatibilidad entre las teorías de la evolución y la Biblia, concluye que buena parte del cristianismo no es literalista, por tanto no hay que interpretar el Génesis, verbi gratia, literalmente. Esto es cierto, si exceptuamos una parte importante del protestantismo norteamericano. Éste es precisamente el más literalista y el que se opone a la enseñanza de Darwin en las escuelas.
Por su parte la teoría darvinista ni siquiera es la teoría comúnmente aceptada por los evolucionistas actuales. El darwinismo ha quedado como un referente “ideológico” para los evolucionistas pero se considera actualmente más que superado por nuevas teorías. Sin embargo el autor considera lo contrario: “Los evolucionistas en activo, que examinan los organismo reales, están dentro del redil darvinista: los orígenes naturales, un árbol con ramas y la adaptación”. Así, Ruse, en 20 páginas despacha un marco conceptual del evolucionismo como identificado con el darwinismo, por eso es más fácil establecer un diálogo con el cristianismo a lo largo del libro. Es cierta la apreciación del autor que las obras de Darwin, en un pricipio –salvo excepciones-, no generaron polémicas religiosas. De hecho, en Europa, el Darwinismo fue tomado como un ataque frontal a la religión, debido a los prólogos de las ediciones francesas. Estos prólogos fueron verdaderamente incendiarios y proponían el darwinismo como una demostración científica del ateísmo.
Pero Ruse no va por aquí. El intento de abrazar los dos sistemas, se acaba reduciendo en la obra en buscar enemigos comunes. Por eso el autor se despacha, y bien, con los presupuestos y propuestas de la Sociobiología, el naturalismo, las teorías del diseño inteligente o –para sorpresa del lector- de los que propugnan la existencia de extraterrestres. En definitiva, el libro es más propio de un público norteamericano, habituado a este tipo de análisis, las más de las veces en forma de polémica, que para el público europeo. En el viejo continente aún nos gustan que los ensayos estén más fundamentados o, al menos, se intente llegar al fondo de las cuestiones.