«Sería bueno que la Iglesia, todas las iglesias, volvieran a inspirarse sin miedo en las palabras y la actitud de Jesús hacia las mujeres, asumiendo su visión del mundo». Enzo Bianchi ha repasado con atención algunos textos sagrados para mostrarnos la actitud de Jesús hacia las figuras femeninas que se cruzaron en su vida: mujeres enfermas, extranjeras, adúlteras, que se acercaron y recibieron de él palabras de respeto y aliento. Y, entre ellas, destaca la imagen de María Magdalena, que la Historia con mayúsculas ha tratado de manera extravagante y a menudo perversa, pero que en boca de Jesús fue apóstol de los apóstoles, mujer sabia y poderosa. “Jesús y las mujeres” es un ensayo que nos acerca a la historia viva de otros tiempos, y sus palabras encuentran eco en nuestra realidad.
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Un sugerente comentario a las
Un sugerente comentario a las escenas del evangelio donde Jesús se cruza con mujeres.
El autor recoge las diversas
El autor recoge las diversas historias evangélicas que muestran la relación de Jesús con las mujeres. En principio puede pensarse que no hace más que recopilar lo que ya sabemos. Efectivamente, en este libro breve predominan los textos literales de la Sagrada Escritura, pues al iniciar cada historia traslada íntegro el texto correspondiente, lo cual es muy de agradecer, pues a continuación el autor hace una reflexión sobre esa escena evangélica y es de gran interés tenerla cerca literalmente. Quizá lo que más sorprende, al leer este libro, es la cantidad de historias que se pueden considerar como relación de Jesús con mujeres y, por lo tanto, es fácil llegar a la conclusión que busca el autor, de que el trato de Jesús con ellas, desde el trato con su madre, María, hasta la importancia de María Magdalena, pasando por la intimidad con las hermanas de Lázaro, y la facilidad para perdonar a las pecadoras, hace palpable un cambio muy notable respecto a las costumbres imperantes en aquellos momentos históricos, tanto entre los judíos como en el imperio romano en general. Y desde ese cambio notable surge la reflexión necesaria sobre por qué históricamente ha tardado tanto en resurgir la imagen femenina con el protagonismo lógico que podemos empezar a ver en nuestra sociedad. Al final el autor complica un poco las conclusiones, cambiando la autoría de las cartas de San Pablo para favorecer sus argumentos.