Teología moral en salida

Esperaba mucho más de este libro; no se trata de una obra para el lector corriente ni siquiera para el clero, se trata de la obra de un teólogo para otros teólogos. No hay que decir nada sobre su ortodoxia, ya que cita constantemente al papa Francisco y lleva el Imprimatur -costumbre casi olvidada- del Obispo de Santander.

La Introducción y el primer capítulo ('Los desafíos de la moral en sus contextos eclesiales') aun se entienden; se trata de lo que ha predicado constantemente el Papa Francisco: Sinodalidad, apertura, misericordia, las fronteras existenciales, ... . El Papa señala la necesidad que tiene la Iglesia de "una moral no reducida a algunos aspectos que, aun siendo importantes, no manifiestan ellos solos el corazón de la enseñanza de Jesús" (pág.21, citando a L'Osservatore Romano); vamos a suponer que se refiere a no centrarse en el sexto mandamiento. Al tratar sobre el aborto, por ejemplo, el Papa señala como la defensa de la vida del no nacido debe ser clara, pero que también es sagrada la vida de los pobres (pág.40, citando Gaudete et Exultate).

El autor denuncia lo que llama "el veneno de la polarización" (pág.58) y el Pontífice ha señalado la sinodalidad como camino para superar las diferencias. Martínez cita el Commonitorium de San Vicente de Lerins. Este santo francés del siglo V proclamó como regla para la fe: "Quod semper, quod ubique, quod ab omnibus" ('Lo que se ha creído siempre, en todos los lugares y por todos'); esta frase parecería abonar una actitud conservadora pero Martínez se refiere a otra frase del mismo tratado: "Annis consolidetur, dilatetur tempore, sublimetur aetate" ('Que se consolide con los años, se extienda a través del tiempo y sea profundizada con los años'); ciertamente será el paso de los años el que diga lo que tiene de aprovechable la doctrina de la sinodalidad y cómo articularla provechosamente. El autor indica también que es a través de las controversias como avanza la doctrina (pág.22) y puede parecer una afirmación exagerada, pero sabemos cómo en el Concilio Vaticano II se dieron profundas divisiones y sin embargo emanó excelentes documentos.

El problema de este libro y lo que me ha llevado a abandonar su lectura está en la terminología; si no había suficiente con el término sinodalidad, en el segundo capítulo el autor comienza a hablar de "racionalidad sinodal, teología del pueblo, estructura epistemológica, kerigma, interdisciplinariedad, transdisciplinariedad, interfecundación" y otros palabros que hacen imposible la lectura para el no especialista. Ahí lo dejé yo. El autor, que quiere ser equilibrado en todo momento, advierte como los teólogos están "siempre tentados de cierto narcisismo y elitismo intelectuales" (pág.98); siendo esto así no se sabe cómo dar el salto que se desea entre la teología y la pastoral (pág.76 y otras) o cómo utilizar este tipo de libros para la formación "en seminarios y presbiterios" (pág.90). El autor llega incluso a situar el "magisterio de los teólogos" junto al de los pastores (pág.80), lo cual resulta pretencioso e inexacto.

Parecería como si yo no hubiera encontrado nada bueno en las primeras cien páginas de este libro y no es así. Suscribo entusiásticamente la idea de "la diferenciación entre el ministerio ordenado y las funciones de autoridad y gobierno" (pág.59), la cual permitiría superar ciertas parálisis en la Iglesia y centrarse en aprovechar el ministerio sacramental y espiritual de los presbíteros. Me gusta todo lo que se refiere a "impulsar la comunión, participación e integración en la Iglesia" (pág.52 y otras) y me gusta la petición de apertura y conversión pastoral de las estructuras eclesiáles, lo que me lleva a pensar si las Conferencias Episcopales no serán un burladero para eludir la responsabilidad personal de los Obispos, una especie de tutela colectiva.

El autor hace numerosas referencias a lo que denomina "la antropología política de Bergoglio" (pág.53); están muy bien, muy acertadas, pero podrían haberse tratado separadamente y centrar el volumen en las cuestiones eclesiales. Tampoco entiendo qué significa "un Magisterio papal menos normativo" que pretenda resolver "todas las problemáticas de forma homogénea para todos los territorios" (pág.41). ¿Es normativo el Magisterio pontificio? Salvo que el autor se esté refiriendo a la ordenación de hombres casados y otras cuestiones parecidas que ahora están de moda, en las que todos podrían opinar menos el Pontífice.

Hay muchas cosas interesantes a lo largo del texto y yo sólo he arañado las primeras cien páginas. El autor hace un balance, quizás resumen, al final del libro (págs.439-445). Éste necesitaría una tabla de abreviaturas, ya que el autor las utiliza sistemáticamente, y no la tiene, pero sí encontramos un apéndice bibliográfico abundantísimo que en principio sólo necesitan los textos académicos. Desde mi punto de vista, se trata de una lectura para teólogos, que además dispongan de abundante tiempo para esos menesteres.