Dentro de la historia del pensamiento después de Descartes, la faceta más importante que conviene estudiar en este momento no es el racionalismo cartesiano, ni el problema del método, ni tampoco el acceso a la certeza en el estudio de la realidad, pues eso puede afectar a la ciencia experimental y al desarrollo tecnológico, que hoy gozan de buena salud, mientras que lo que realmente importante y urgente son las ciencias del espíritu, de las relaciones humanas, la antropología, la ética y la organización social, aspectos que dependen del concepto de naturaleza. En efecto, según nos recuerda el magnífico trabajo introductorio del profesor Miguel Ángel Rodilla de la Universidad de Salamanca, a la obra de Thomas Hobbes (1588-1679), titulado “Diálogo entre un filósofo y un jurista”, la clave es el desmantelamiento de la concepción metafísica de persona y de naturaleza son claves para que pudiera emerger una figura como Hobbes y plantearse el contrato social, tal y como lo conocemos.