Leo un libro tras otro. No todos me interesan y muchos son áridos. No se trata de best seller sino de libros y autores que, por alguna razón, me suenan y trato de informarme e informar sobre su contenido. Pienso que es una tarea en la que puedo realizar un discernimiento cultural y cristiano. No obstante, a veces evoco aquellas obras que, en algún momento, me han gustado y me apetecería releer. De hecho, me gustaría tener en mi biblioteca solo los libros que me han gustado. Periódicamente me deshago de aquellos que sé positivamente que no volveré a leer; es posible que, en su momento, me hayan enseñado algo, pero no me han gustado tanto como para volver a ellos.