Juan Ramón Jiménez (1881-1958), Premio Nobel de Literatura en 1956, hizo en Platero y yo el milagro de convertir a un borriquillo -el borriquillo que paseaba al poeta en las tardes de Moguer- en una figura legendaria.
En breves prosas, el poeta, en diálogo con Platero unas veces, en su compañía otras, va captando la belleza de la realidad exterior por un lado; por otro, la belleza de la relación entre el hombre y su amigo Platero.