El silencio no es la simple ausencia de ruido. Hace posible la fortaleza interior donde los grandes escritores, pensadores, eruditos y creyentes se han recogido durante siglos. Requisito indispensable para la contemplación, la fantasía, la plegaria y la creación, el silencio es la íntima fuente de la que mana el lenguaje, e impregna nuestros espacios más privados y sagrados, del dormitorio a la catedral.