En 1874, Emeterio decide emigrar a México en busca de fortuna, y se despide de sus padres en una perdida aldea de Asturias. En México, su trayectoria le llevará de mozo de tienda, que duerme bajo el mostrador, a dueño de un emporio de establecimientos de bebidas alcohólicas. Pero sus esfuerzos exitosos en los negocios no se verán recompensados por la labor de sus hijos, que despilfarrarán la fortuna en una vida disipada con continuos viajes a Madrid, ni por sus hijas, condenadas a un papel secundario en una sociedad machista.