Es interesante la historia del hacerse, del infieri, de la historia de la economía y de cómo va ocupando su puesto entre las ciencias prácticas y sociales, hasta alcanzar la cumbre que posee en la actualidad. Así pues, de una ocupación, de un oficio, el de mercader, se ha ido llegando a una ciencia rigurosa, gracias indudablemente a la filosofía, la antropología, la sociología y a las matemáticas que contienen y que bajan al economista a la realidad. Es cierto que el binomio ética y economía ha sido el trasfondo y cómo la música de fondo de nuestra cultura occidental, desde Aristóteles en su ética a Nicómaco, con las obras de Santo Tomás, hasta nuestros días: “el comportamiento económico dirigido a la acumulación de riqueza puede considerarse positivo solo en el caso de que el fin último de la riqueza acumulada sea el de compartirla con los demás” (23).