Durante el verano de 1851, la mujer de Hawthorne, con sus dos niñas, pasó veinte días en casa de sus padres, dejando a su marido en casa, al cuidado de su hijo de cinco años y de la mascota de éste, un conejo débil y asustadizo que no sobrevivió a su ausencia. El escritor anotó en un diario sus esfuerzos por ser una buena compañía para el pequeño Julian. Los éxitos y fracasos, alegrías y dificultades de esa breve temporada quedan recogidos en esta grata narración, llena de matices psicológicos y ambientales.
Comentarios
Es un relato muy breve. Es un relato delicioso. No es una lectura para principiantes, porque "no dice nada". Uno se imagina perfectamente al gran escritor que es Hawthorne, levantándose cada día dispuesto a escribir algo, y que lo mejor que tiene es contarnos como es su hijo. Y un día tras otro van -padre e hijo-, a por la leche; y un día y otro nuestro autor nos cuenta el tiempo que hace; y lo que comen, y lo que Julián le cuenta. Así de sencillo, de idílico y de literario. Conmueve sentir la ausencia de la esposa, un día y otro. Se palpa la falta de la madre, sin tragedias, pero con fuerza. El prólogo de Austen se le podría antojar a alguien excesivamente largo, porque es casi tan largo como el relato. Pero la calidad del prologista compensa.