Considerando la importancia que tiene para nuestras vidas el hábito de lectura, podríamos considerar que el virus a afectado, de un modo bastante generalizado, al libro. Concretamente al afán de leer. La avalancha de medios telemáticos, con expresiones muy diversas, ha producido una tendencia perniciosa a ver vídeos, ver mensajes, oír conferencias por zoom, y horas y horas de conversaciones telefónicas. Todo ello, en principio, puede ser bueno en sí mismo, aunque se sirve muy cercano a contenidos muy inconvenientes.