En la sociedad capitalista en que vivimos, casi por definición chocamos con un afán consumista preocupante. Se nota en la manía del cambio, la dificultad para mantener lo adquirido, el capricho y el vicio de comprar aunque ya se tenga. Si esta tendencia está presente en los adultos, podemos imaginar lo que ocurre con los niños, el día de Reyes, en su cumpleaños: todo son regalos y más regalos. No hacerlo así daría una imagen de que son pobretones y, por lo tanto, los padres no se cortan y compran. Y maleducan a sus hijos de un modo gravemente irresponsable.