«Llevé en mi viaje un acompañante: un caniche francés viejo y caballeroso llamado Charley. Bueno, se llama en realidad Charles le Chien. Nació en Bercy, en los arrabales de París, y se educó en Francia, y aunque sabe un poco de inglés caniche, sólo responde con rapidez a órdenes en francés. Si no tiene que traducir, y eso le retrasa. Es un caniche muy grande, de un color llamado bleu, y es azul de verdad cuando está limpio. Charley es un diplomático nato. Prefiere la negociación a la lucha, lo que es una suerte, porque lo de luchar se le da muy mal».