En nuestra sociedad podemos
detectar una cierta preocupación por la
verdad. En realidad, preocupa más la sinceridad, porque
asistimos a una paradoja: muchos que no valoran la Verdad última y absoluta, no
están, sin embargo, dispuestos a prescindir de la veracidad.
Es notorio en las últimas semanas un cierto
nerviosismo entre algunos miembros del gobierno, por la concentración sobre la
familia convocada por los obispos. Por ejemplo hemos oído afirmaciones como: "no
se puede decir que el divorcio disgrega la democracia".
Pero ¿existen, de verdad, los autodidactas? Sin
duda, pregunta inapropiada puesto que está de moda, queda bien, es signo de…
"no se sabe qué"… El caso es que, dicho en términos simplones, "el autodidacta
es discípulo de un idiota".