Desde el comienzo de la Iglesia, los cristianos buscaron
santificar todos los ámbitos de la vida humana. Conscientes de poseer el mundo
por heredad, se esforzaron en conocerlo y amarlo. A los afanes filosóficos,
políticos, culturales sumaron los científicos. Precisamente porque se sabían
creados por Dios, desearon conocer tanto al Creador como su obra.