En dos o tres ocasiones me he encontrado, por casualidad, con unas reuniones litúrgicas de jóvenes consistentes, básicamente, en hacer mucho ruido. Se puede decir que yo “pasaba por allí”. Es decir, no sé muy bien ni quién organizaba aquel tumulto ni qué tipo de gente celebraba, pero sin duda gente joven. Una señora que estaba también, como yo, sorprendida por el espectáculo, me hizo un comentario mezcla de alegría por ver a tantos jóvenes dentro de una iglesia con la extrañeza por el ruido producido.