Cuando leo en la prensa que el grado de contaminación en las calles de Madrid es altísimo siempre pienso en que la única manera de darse cuenta es salir un poquito de la ciudad hacia la sierra, parar el coche y mirar para atrás. Entones uno ve la “boina”, indudable, inamovible, sucia y fea. Pero en mi calle, en el parque que hay junto a mi casa, veo unos árboles otoñales preciosos, y un cielo azul agradable, y los niños jugando tan contentos. Pero la contaminación está ahí, y nos lo tienen que decir los expertos: hay un porcentaje de concentración de…