Sorprende con qué superficialidad se habla, con bastante frecuencia, del destino del hombre, no sabemos si como un comentario intrascendente, no pensado, o si, más bien, se utiliza esa palabra conscientemente y, por lo tanto, como expresión de falta de libertad. Porque hablar del destino es semejante a pensar que está escrito y previsto qué va a ser de la vida de cada quien. Desde luego sí es frecuente constatar que muchas personas no creen en la libertad, lo cual produce una impresión verdaderamente penosa.