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Contracorriente

Siempre se ha dicho que la montaña es traicionera, pero quizá solo lo han comprobado quienes van con frecuencia. Puede uno prever que hará “buen” tiempo, o sea sol, temperatura no demasiado extrema, ninguna posibilidad de lluvia. Y resulta que toca viento, imprevisto, fortísimo, violento. Según subes por la pendiente piensas si deberías darte la vuelta o sigues, porque si en la ladera hace mucho viento, en la cresta es intratable.

Libertad religiosa

Recientemente se han publicado datos sobre la persecución religiosa en nuestro propio país. Quizá nos lleva a pensar, instintivamente, en tantos cristianos perseguidos en diversos países, sobre todo en los de mayoría musulmana. El número de mártires de la fe de cada año es increíble. El número de desplazados, de refugiados, hacia países europeos es inmenso.

El dogmatismo de la opinión general

¿Cuántas veces hemos oído las quejas de los no creyentes sobre el dogmatismo de la Iglesia? Como si les interesara mucho la doctrina cristiana, que apenas conocen. Les molestan los dogmas, y evidentemente la Iglesia los tiene, pero no para ellos. Para los agnósticos la Iglesia tiene caridad y acogida, que es lo esencial de su mensaje.

La exquisitez, la gula y el gimnasio

Entiendo que haya a muchas personas a quienes se les ha ocurrido poner un gimnasio. Debe ser un negoción, porque según se atiborra el personal a comer deberíamos tener gordos por todas partes. Y los hay, pero los hombres de mediana edad tiran como locos al gimnasio o al deporte en general, entre otras cosas para bajar peso. Y de las mujeres ya no digamos. Pero ellas cuidan bastante más el no comer demasiado en el día a día. No tienen ningún reparo en tomas sacarina en lugar de azúcar.

El cielo

¡Cuánto se ha escrito y que poco se sabe! Hay libros gordos que dicen todo tipo de disparates, y es fácil que alguien saque el tema en una reunión de amigos, dejando que los presentes opinen sobre lo que a ellos les gustaría más que hubiese en el cielo. En realidad es uno de los temas que mejor muestran la formación o falta de formación de los interlocutores, la escasa capacidad de trascender, de elevarse hacia la verdad.

Prudencia al hablar y al escribir

“Aprende a guardar silencio, sobre todo cuando estés enfadado o molesto por algo. El silencio no es un fin en sí mismo, pero sí un medio importante para alcanzar un fin”. Así se expresa Lovasik (2015) en su recomendable libro sobre la amabilidad y creo que es un asunto que ha interesado siempre, a lo largo de la historia, porque, qué duda cabe, es muy fácil pecar por exceso, por bocazas, o sea, tener que arrepentirse de haber hablado demasiado.

Hamlet

El Cuarto Centenario de Shakespeare –tan unido al de Cervantes- ha propiciado la representación por la Compañía Clásica española –durante un tiempo escaso para la demanda de Madrid-, de una de sus obras más distintivas: Hamlet. Ante la dificultad para asistir, me he conformado con una relectura que me ha sugerido una primera consideración: ¿es fácil que el espectador de hoy, sin formación literaria de los clásicos –y poca formación cristiana-, sin haber leído previamente el texto, sea capaz de captar la extensión y profundidad del mensaje?

La plenitud profesional

¡Qué bien nos suena la palabra vacaciones! ¡Qué raro es que alguien haga ascos a estos tiempos de descanso! Siempre habrá a quien no le gusten, pero pocos, y los consideraremos bichos raros. Sin embargo hemos oído hablar muchas veces de que el cristiano se santifica en el trabajo y es raro escuchar que uno puede santificar el descanso. Y desde luego que se puede y por el mismo motivo por el que podemos encontrar a Dios en la labor diaria.

La semana más santa

Volvemos a celebrar la Semana Santa, este año más pronto de lo habitual, y se acercan, sin duda, unos días especiales. Quizá para algunos se quede en la fiesta de la primavera, y siempre hay quien aprovecha, sin más, para unas buenas vacaciones en la playa, o para hacer turismo. Pero en general sigue siendo Santa, con toda la carga religiosa que nos muestra. Y sin duda en este aspecto España es diferente.

 

Celebraciones litúrgicas ajetreadas

La envidia puede ser sana, cuando no hay tristeza por el bien ajeno, y yo siento envidia leyendo unas palabras que cita Scott Hahn en su libro “La cena del Cordero”: “A los cristianos ucranianos les gusta contar la historia de cómo sus antepasados ‘descubrieron’ la liturgia. El año 988, el príncipe Vladimiro de Kiev, a punto de convertirse al Evangelio, envió emisarios a Constantinopla, capital de la Cristiandad de Oriente. Allí fueron testigos de la liturgia bizantina en la catedral de Santa Sofía, la iglesia más grandiosa del Este. Después de familiarizarse con el canto, el incienso, los iconos -pero, sobre todo, la Presencia-, los emisarios informaron al príncipe: ‘no sabíamos si estábamos en el cielo o en la tierra. Nunca hemos visto tanta belleza (...). No podemos describirlo, pero esto es todo lo que podemos decir: allí Dios habita entre los hombres’".

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