La historia es lenta y los grandes principios del obrar humano basados en la ley natural siempre vuelven, pues sencillamente la naturaleza humana, caída y redimida, está hecha por Dios de acuerdo con un plan, en la que sobresalen dos principios fundamentales: la llamada al desarrollo de los talentos personales, ser persona, y a realizarlo en sociedad, buscando por encima de los intereses particulares, egoístas y cerrados, el verdadero bien común.