La libertad decía san Josemaría Escrivá de Balaguer, siguiendo a santo Tomas de Aquino, es energía, fuerza vital. En efecto, el Aquinate había definido ya en el siglo XIII, el don divino de la libertad como “vis electiva mediorum servata ordine finis” (S.Th, I, q.83, a.4); es decir “la fuerza de elegir los medios en orden al último fin”. Con esta definición, santo Tomás, dirigía los fines particulares al fin último y mostraba la libertad como una fuerza y un don, destinado a ayudar al hombre en el camino de la felicidad.