Pienso que habrá pocas dudas sobre la repercusión favorable que la estabilidad de las familias tiene para el bien común y no solo para la felicidad de los individuos. En Estados Unidos y en Inglaterra, se han hecho estudios, desde hace tiempo, en los que se demuestra que el divorcio, las separaciones, los hogares monoparentales están bastante tienen que ver con el aumento del fracaso escolar, del desarraigo social, de la delincuencia… Además del sufrimiento y de los efectos perniciosos que estos hechos ocasionan tanto a las personas como al entorno social, suponen también mayores gastos para el estado en educación, sanidad, seguridad... Por tanto, que la familia sea una institución sana y vigorosa nos conviene a todos, aunque ocurre a menudo últimamente que las leyes parece que apuntan a lo contrario, sobre todo en los países de occidente. Si no fuera por la importante repercusión que tiene para el bien común, no sería necesario legislar sobre el matrimonio y la familia, pues quedarían como algo privado, ajeno a las competencias del estado, pero es evidente que no resulta así.