Arma poderosa es la lengua, para bien o para mal. Podemos leer, decir o escribir las palabras más hermosas, las más profundas, las más divertidas, las más apasionadas, pero también las más abyectas, las más ponzoñosas, las más disgregadoras, las más hirientes. Cuántas veces se arrepiente uno de lo que ha dicho, cuando ya es demasiado tarde. En cambio, qué paz suele dar haberse callado a tiempo.