Puede pensarse que el coronavirus ha llevado a cada cual a guarecerse en su casa y, por lo tanto, ha provocado dispersión, desunión, pero en realidad no es así. La verdad es que, por una vez, estamos todos pensando en lo mismo. Vas por la calle y ves a aquella señora con rostro de cierta angustia y se te ocurre: está en lo mismo que yo, pensando en la pandemia. Temiendo por los suyos, buscando soluciones, acudiendo, quizá, a Dios para que nos libre del contagio.