Indudablemente, hay muchas maneras de plantear la llamada universal a la santidad, quizás en este tiempo tan apasionante que nos ha tocado vivir, una de las maneras más adecuadas sería sencillamente dirigir nuestra mirada hacía el rostro de Jesucristo que nos muestra la Sagrada Escritura, la Tradición, el Magisterio de la Iglesia y la vida de los santos, buscándole en la Sagrada Eucaristía, en la naturaleza y en nuestra alma en gracia, en el calor de la oración personal.