Pensar requiere sosiego, recogimiento, momentos para reflexionar, para estudiar y para sacar conclusiones. No es fácil en la sociedad en la que vivimos, en la que todo son prisas, activismo, agitación; y en la que las nuevas tecnologías facilitan que nos devoren las imágenes y los mensajes, y que se acumule tanta información que no tengamos capacidad para asimilarla, para distinguir ente el grano y la paja. Quizá por esto son tan frecuentes las ocurrencias y tan escasas las ideas. Lo vemos en todas partes y de un modo palpable en los políticos: parece que solo se trata de salir en la foto y soltar una frase más o menos efectista y brillante. Pero pensar, argumentar, analizar, ir al fondo de los asuntos es otro cantar y es lo que más se necesita para afrontar las dificultades y buscar soluciones prudentes y justas. Nos vendría bien leer y releer de cuando en cuando el bíblico Libro de la Sabiduría.