En mi época de estudiante de primaria y de bachillerato, en Cataluña, la enseñanza oficial era en castellano, por lo que no pude aprender entonces la gramática de mi lengua materna. Además, desde que comencé los estudios universitarios, he vivido habitualmente fuera de mi tierra, y han pasado ya varias décadas, por lo que sigo teniendo dificultades –me duele que sea así–, para escribir sin tacha en catalán, lengua que hablo, leo y entiendo perfectamente como es lógico. Pienso que el bilingüismo es riqueza y que lo razonable, cuando se da esa posibilidad, es enseñar bien ambas lenguas, para beneficio de todos los afectados y para que a nadie le suceda lo que a mí.