“Hasta luego, padre”, me acaba de decir un vecino que ha venido a mi casa. Es venezolano. Al portero de la finca alguna vez le dije mi nombre, pero siempre me dice “Buenos días, padre”, “que tenga buen día, padre”; es cubano. En el ejército español es fijo e indiscutible el “pater” de cualquier soldado u oficial que se cruza con el capellán del cuartel. Incluso a mí, que bordeo el Ministerio de Defensa casi todos los días, porque vivo al lado, alguna vez me han saludado, con gran respeto, con el “pater” incuestionable.