Abrirse camino en España entre los intelectuales y, especialmente, en el mundo editorial de los años cuarenta del siglo XX, requería mucha convicción en las ideas que se deseaban trasmitir y mucha seguridad en que serían acogidas en suficiente número, supuesto el creciente incremento, ya por entonces, de la clase media en España y, en concreto, de las profesiones liberales del país.