El padre del desierto y anacoreta Teodoro de Sykeon (530-613), después de muchos años de su vida retirado y dedicado a la oración, fue requerido para ir de aquí para allá fundando monasterios, haciendo de instrumento de Dios para curaciones milagrosas a los energúmenos, sustentando la fe del pueblo cristiano y ahuyentando demonios, donde se necesitase. En esta hagiografía se manifiesta una tripleta: magia, paganismo y demonio. Frente a ella combate san Miguel y los santos.