Hace unos meses recordaba Ricardo García Cárcel, historiador de la Inquisición, y catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Barcelona, que en este año de 2107, celebramos tres grandes centenarios: el primero de septiembre de 1517, cuando desembarcó en las costas del cantábrico el futuro rey Carlos V, realmente se habían dado tantos sucesos para que el hijo de Felipe y Juana se convirtiera en rey de Castilla y Aragón, así como en emperador de Alemania, que lógicamente, esta providencia de Dios será invocada repetidamente a lo largo de aquellos años para pedirle que impulsara la celebración del concilio de Trento, ciudad imperial y cercana a Roma, para llevar a cabo, la ansiada reforma de la Iglesia y la renovación de la teología católica.