Los comienzos de la edad moderna en Europa y el humanismo renacentista, en concreto el siglo XVI, son tiempos particularmente intensos, plenos de dinamismo debido a la era de los descubrimientos, las guerras de religión, la ruptura de la unidad de la fe en Europa, las disputas teológicas, la globalización de los mercados y, sobre todo, la paz de los caminos y de los océanos, que llevará al derecho de gentes, algo muy distinto del siglo XV, caracterizado por la decadencia de la teología, el cisma de occidente, la caída de Constantinopla y el fin de Bizancio.