Desde los inicios, la literatura se ha servido de la historia, de modos muy diversos, lo comprobamos en la épica clásica y medieval, en los romances, en el teatro de Shakespeare o en el del Siglo de Oro… Con el romanticismo, surge la llamada novela histórica, bastante fantasiosa y distorsionadora, casi siempre, que servía de marco más o menos exótico para exponer las ideas de aquel movimiento intelectual y artístico. Después, con el realismo, se acentúa el tono costumbrista, como puede apreciarse, por ejemplo, en los Episodios Nacionales galdosianos. Más recientemente, se habla de historia novelada, para referirse a un tipo de relatos en los que no se trata de inventar, sino de narrar hechos del pasado, de un modo más vivo y asequible para un público amplio que el trabajo riguroso de los historiadores.