Un amigo que vive en las afueras de Madrid me pidió que averiguara sobre si había alguna edición en español de determinada obra de Cocteau. Acudí a una librería y me sorprendió que, a la persona que me atendía, no le sonara este escritor francés. De hecho, tuve que deletrearle el apellido, para que buscara la información que le pedía a través del ordenador. Me acordé de lo que me sucedió hace bastantes años en otra tienda madrileña, de una cadena ya desaparecida. Delante de mí, una señora pedía determinada obra de un escritor bastante conocido, el dependiente ignoraba título y autor y se dispuso a buscarlo, pero, como se demoraba, aproveché la espera para mirar en las estanterías, encontré el libro antes que él y se lo entregué.