La reclusión –término más preciso que confinamiento–, a la que estamos sometidos, permite dedicar bastante tiempo a la lectura, aunque resulta penoso no poder frecuentar librerías, bibliotecas, tertulias literarias... Hace pocos días, al haber terminado los libros que tenía previsto leer antes de encerrarnos en casa, me puse a buscar, en las estanterías de la mía, algún texto que no hubiera leído. Tras algunas dudas, me decidí por Hombres de maíz, de Miguel Ángel Asturias (1899-1974), escritor y diplomático guatemalteco, que recibió el Nobel de Literatura en 1967 (un año antes, el Premio Lenin de la Paz). De él había leído El señor Presidente, su obra más conocida, que influyó en escritores hispanoamericanos de las siguientes generaciones. Al topármelo en la búsqueda, me acordé de que un compañero de trabajo, buen lector, me había hablado hace tiempo favorablemente de Hombres de maíz, obra publicada en 1949.