“Gloria a Dios en el cielo” (Jn 2, 14). Es el canto de los ángeles, uno de los momentos más espectaculares de la vida de los hombres sobre la tierra, en donde los únicos espectadores fueron unos cuantos pastores que velaban por turno su rebaño. “No temáis, os anuncio una buena noticia (…) os ha nacido un Salvador” (Jn 2, 10). “Apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios…” (Jn 2, 13). El evangelista no tiene otras palabras para presentarnos una multitud perfectamente adiestrada: un coro fastuoso, de una inmensidad de voces, perfectamente coordinadas.