El Informe de síntesis de la primera sesión del XVI Sínodo de los Obispos fundamenta la sinodalidad en la práctica del primer milenio cristiano, en la práctica de las iglesias orientales y, en la igual dignidad de todos los bautizados, llamados por este hecho a la comunión y misión del pueblo de Dios: "Entre todos los bautizados -leemos en el Informe- existe una verdadera dignidad y una responsabilidad común en la misión, según la vocación de cada uno" (nº3, c)). Ser capaces de escuchar a todos, ya que "ser escuchado es una experiencia de afirmación y reconocimiento de la propia dignidad" (nº16, b)). Más adelante el texto concluirá que la dimensión sinodal en la vida de la Iglesia es "la participación de todos" (nº20, b)).